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domingo, 16 de diciembre de 2007

115) PERSONAL FESTICHOLA

DÍA 2 EN EL PERSONAL FEST 07:
Si la primera noche nos ganó por cansancio, el pronóstico para el segundo round no era muy favorable a nosotros. Pero un buen almuerzo con amigos -Marcelo y Karina- nos proveyó de la energía necesaria para afrontar la segunda noche del Personal Fest 2007.
Es que al mediodía del sábado pudimos alimentar el espíritu con la potencia de la amistad sincera, y llenar el estómago con hidratos de carbono y un poco de colesterol. "¡Todo sea por cargar las pilas!", dijimos al momento de clavarle el diente a unos poderosos sorrentinos y una bellísima milanesa napolitana. ¡Gracias Marce, gracias Tana!! Nos divertimos mucho con ustedes, tanto como los queremos.
Pero el trabajo es el trabajo, y a Buenos Aires fuimos a eso, a trabajar, sí señor. Aunque usted no lo crea. Pero debemos admitir que su duda se justifica, porque la verdad... ¡la pasamos joya, loco!!! Cómo si no, con la programación de la segunda jornada.
Adrenalina. Esa fue la sustancia que produjo el cuerpo durante las casi siete horas de música que vivimos. El cuore a cada rato se aceleraba: era adrenalina emotiva, no de vértigo, aunque las sensaciones en verdad eran fuertes.
Apenas llegamos al Club Ciudad de Buenos Aires nos acordamos de Marcela Cabrera Aubert, la conductora del 90.1 que tanto "manijeó" en los últimos meses en su programa ABC Hits al Cuarteto de Nos, la banda uruguaya que allá por septiembre te sedujo la oreja con su "Yendo a la casa de Damián" y semanas más tarde disparaba "No sé que hacer conmigo".
Los orientales subieron al Personal Manía Stage -el segundo en importancia del festival- y desde allí acapararon la atención de los que habían sido primeros en llegar. El sector estaba bastante poblado y una buena porción del público se sabía los estribillos y hasta canciones enteras, así que tanto los de arriba como los de abajo quedaron totalmente satisfechos cuando el show se dio por terminado. Conclusión: el Cuarteto de Nos tiene mucho más para cortar, y atenti que Marcela tiene el disco completo y lo guarda bajo siete llaves... ¡es oro en polvo y lo fracciona poco a poco!
Vamos a decir que para entonces, ya habían pasado por ese y otros escenarios -la grilla comenzaba a desgranarse a las cinco de la tarde- números como Timaias, el cuarteto platense "El mató a un policía motorizado" que mostró su fresca impronta noise (para tener en cuenta: "Navidad de los santos", "Chica rutera" y "Terrorismo en la copa del mundo"), Tony 70, Mi Tortuga Montreaux y la banda dark liderada por Richard Coleman, Los 7 Delfines (foto arriba derecha), de la que Bebe Contepomi dice: "Es un referente de las bandas alternativas, a través de poderosas presentaciones en vivo y un puñado de muy buenos álbumes en más de quince años de carrera".
Del escenario Personal Manía nos fuimos al Personal Motorola Stage para asistir al más que divertido show de los checos Monkey Business que en sus trajes blancos con finas rayas iluminaron el final de la tarde porteña con una brillante performance en la que hicieron temas como "Song for all nation", "Party shit" y "Monkeytown" -no confundir con Funkytown-, todo enhebrado por un hilo de fuerte fibra disco de los años ’70, virando hacia el funky con soltura y hasta animándose a condimentar las canciones con un plus de ópera y otros touch exóticos, todo de la mano y versatilidad de su líder y cantante Matthew Ruppert.
Este tipo nos deslumbró con sus piruetas vocales y físicas, siendo que su partenaire vocal -una menuda cantante negra- no se quedaba atrás aunque siempre quedó en claro quién manda en escena. Fue ella quien con ganas se puso una peluca rosada flúo que al final del show regalaría a una fan, cuando ambos saltaron por encima de las vallas de seguridad para saludar personalmente a parte del público que los aclamaba al costado del escenario.





Para seguir husmeando en la propuesta internacional del Personal Fest, elegimos a continuación el espacio más pequeño, rodeado de árboles y muy íntimo, ideal para escuchar al brasileño Ed Motta, hacedor de un estilo en el que a bordo de la esencia de la música de su país se va de viaje por interesantes caminos funk y ritmos aledaños y otros no tanto. El voluminoso músico y cantante, que viene bastante seguido al país para tocar en Buenos Aires, Córdoba y Rosario, creó un clima que le venía "de perillas" al siguiente ocupante de ese tablado, Fito Páez, pero aunque estarían sólo él y su piano ahí arriba, poner su sonido a punto ¡fue un parto con técnicos enojados a la vista del público y todo!
La espera hizo que uno se dedicara a mirar hasta las distintas variedades de insectos que, como aspirante a famoso frente a cámara de casting de reality, se encandilaban con los reflectores. Entonces constatamos, y por eso consta en actas, que la gente que esperaba a Páez iba desde los cinco o seis años de edad -acompañados por sus padres- hasta cincuentones bien conservados -acompañados por sus novias jóvenes (¿miauu?)-, portadores incluso de algún tatuaje a la vista.
Aprovechando el impasse, pusimos proa al segundo escenario para alcanzar a ver y escuchar a Los Cafres con su himno "Si el amor se cae". La cantidad de gente que los alentaba hacía evidente que no fueron vanos los 15 años de carrera de la banda y se vio que el público tiene buena memoria porque sumaron voces para las letras de los temas de "Quién dá más" y de los dos más recientes "Hombre simple" y "Barrilete" que hace poco fueron editados en simultáneo.
Volvimos sobre nuestros pasos hacia el escenario Arnet. Cuando los sonidistas tuvieron el control de la situación, Fito se sentó frente a las teclas blancas y negras, idem color de su traje, zapatos, calcetines y anteojos. Menos las canas y la remera (blancas), todo lo demás, negro. Lo mismo que el piano de cola, para un show que también traería cola.
El rosarino venía dispuesto a desenrrollar las partituras de "Rodolfo", su nuevo disco de sólo piano -todo lo contrario al anterior "El mundo cabe en una canción", en el que suena una banda a full-, pero parece que nadie le explicó que la productora que lo contrató hace tocar a otros artistas más al mismo tiempo y en el mismo club, porque esa es la gracia del festival.
Claro, mientras lo escuchábamos a él en el Arnet Música Stage, en el central estaba terminando su set Luis Alberto Spinetta y Los Cafres hacían los bises en el Personal Manía Stage, donde a continuación arrancó Cultura Profética continuando la descarga de reggae. Así, parecía que le mojaban la oreja a Fito cada vez que una canción suya se apagaba y se colaban entre los árboles los ecos de los otros artistas. ¡No lo podía entender!!! y entonces cada vez que terminaba un tema, ¡zas!, dale de nuevo con que "esto no puede ser...", "así no se puede tocar...", "quéjense con los organizadores...", hasta desembocar en un anuncio inesperado: "Para resarcirlos de esto, me voy a quedar más tiempo en el escenario y vamos a hacer más canciones". Y "oléee, olée, oléee, oléeeee... Fiitoooo, Fiitoooo!!" rugió complacida la popular. Claro, todo el mundo chocho de la vida, ¿qué más se le podía pedir a un Fito enojado?, y fue negocio redondo: hizo títulos de sus dos discos más nuevos y hasta entró al archivo para desempolvar emotivos éxitos como "Ciudad de pobres corazones" y "Naturaleza sangre" -para las que saltó del piano rumbo al borde del escenario con la guitarra eléctrica, nerviosa, colgada al cuello-, "Thelma y Louis", "11 y 6" -que cantó con su amiga rosarina Anita Alvarez- y "La rueda mágica" -con Gonzalo Aloras y Vandera, también de los pagos de Fontanarrosa-, entre otras.
Vale decirlo de nuevo: salimos ganado. Al punto que Fito no se hizo rogar mucho para hacer bises, no obstante lo cual insistía con que "cuando me vean en la calle háganme acordar de esta noche, para ir a la casa de cada uno de ustedes a tocarles unas canciones en su piano". ¡Wake up!, sólo era una forma de decir, pero no estaría mal ponerlo en la lista de sueños... ¿o no?
Sincronicemos relojes. Son más de las once de la noche. El clima está agradable, no hace frío, tampoco calor. Pero estamos cansados de tanto caminar y/o estar parados. Porque no sólo de música vive el hombre. Había que mirar un poco lo demás. Por ejemplo, había una carpa en la que hacían masajes, en otra ¡te leían la suerte!, más acá en un kiosko podías comprar termos de té con la imagen de un burrito, más allá te podías sacar una foto con Los Pumas, del otro lado estaba el área gastronómica, también había un salón VIP al que entraban los famosos (¿?) y una carpa muy interesante en la que había juegos y mucha información sobre las últimas novedades en tecnología celular. En la de las remeras paramos para comprar algunas. Además, había un stand en el que recibían baterías y celulares en desuso para su reciclado y disposición final. A cambio de una batería vieja y desauciada nos dieron una remera ilustrada por Tute, el humorista que dibuja para el diario La Nación.
También al costado del escenario principal se había montado un pequeño tablado denominado Motorokr Stage, reservado para las "Nuevas bandas", o sea las que resultaron ganadoras del concurso organizado por Personal y Much Music. Allí habíamos visto el viernes la buena actuación de Lymon Fiume -cuatro varones, cada uno en lo suyo, y una violinista de estridente vestido- y el sábado nos sorprendió la The Rock and Rule Swing Band, llegada desde Rosario con sus instrumentos desbordantes de música de los ´40 a los ´70. Pipí cucú, diría algún personaje del Negro Olmedo.
Retomemos. Después de Páez recalamos en la carpa de Prensa para cargar combustible y prepararnos para lo que se preveía como el gran final: el norteamericano Chris Cornell. Lo tendríamos a pocos metros, así que no había de qué preocuparse. Seguro lo veríamos y escucharíamos. ¡Y vaya si lo escuchamos!
No te podemos describir con palabras por escrito lo que fue la polenta de este chabón arriba del escenario. Un huracán de una hora y media, un tsunami en todo el predio fabricado a partir de dos guitarras, bajo, batería y una voz tan madura como expresiva, la de Cornell, ex cantante de Soundgarden y Audioslave, que fueron dos bandas representativas de los ´90 y la primera mitad de esta década -en ese orden-.
Entre los periodistas se construyó el perfil al día de este pibe: unos dijeron que el material que estaba presentando es su disco solista "Carry on", surgido a partir de la canción "You know my name" incluida en la banda de sonido de "Casino Royale", última peli de James Bond; otros aportaron que el chico proviene del movimiento grunge, potente propuesta rockera de la cultura Seattle; y hasta nos apuntaron algunas de las canciones de la noche: Black hole sun (de su época de Soundgarden), Spoonman, Cochise, Rusty cage, Slave and bulldozer, Hunger strike -de la banda grunge Temple of Dog-, Like a stone, Whole Lotta Love -de sus admirados Led Zeppelin-, The end -de The Doors- y Bela Lugosi is dead -de Bauhaus-, entre varias más.
Algunos de sus temas rotan por estos días en el espacio Satélite Radio del 90.1, alertá a tus oídos para que disfruten a Cornell en RadioUrbana.
Diríamos que esta recomendación fue con el último aliento. El agotamiento ganó de nuevo esa noche pero sin lugar a ninguna duda el Personal Fest había sido una fiesta personal, porque cada uno pudo elegir su "line up", su menú de artistas, e ir a la búsqueda de "su" cartelera. No pudimos estar en todos los shows que queríamos, pero igual estamos conformes y satisfechos. Y aún, un poco cansados, felizmente, de tan preciosa maratón.
Visitá de nuevo este blog en breve, porque seguramente han quedado algunas apostillas enredadas entre estas teclas y otras estarán atrapadas todavía en la maraña de ropa en el bolso, que de tan cerrado que está parece estar esperando un nuevo destino ya listo para partir. Sólo espera que el celular suene de nuevo.
¿Hola?, ¿hola?... parecía que justo estaba sonando..., debe ser nuestra imaginación. O habrá que ponerle SODA, parece que puro hace mal. Pero SODA es lo que nos faltó este año, Personalmente hablando.
(Ojalá Gustavo, Zeta y Charly toquen una más, y no pedimos más. Por cualquier cosa, tenemos los teléfonos cargados y con crédito).